¿Valor o precio? ¿Tienes criterio?

Si el algoritmo de ustedes se parece en algo al mío, creo que podemos afirmar que todos aquí hemos visto, alguna vez (o en decenas de ocasiones) en redes sociales, las famosas historias del padre que le da a su hijo un auto viejo, y que cuando va al concesionario le dicen que le dan 1,000 dólares por esa "chatarra", y cuando va al coleccionista le ofrecen 100,000 por ese "tesoro" o variaciones de esta historia.

Sabemos que hay una diferencia abismal entre el precio de algo y su valor. El precio es universal, pero el valor es personal y depende de la percepción, la compatibilidad de valores y más.

Sin embargo, para poder entender el valor real de algo, se necesita cultura y educación, no solo compatibilidad de valores, y es ahí donde quiero que lleguemos. ¿Estamos avanzando cultural y técnicamente? ¿O sencillamente confiamos nuestras vidas a Google y al ChatGPT? Me siento a hablar con mi papá, y sabe de tantas cosas, tiene tantas soluciones, incluso para problemas modernos, que a veces me sorprende.

Hablo con mis amigos y no veo la misma "biblioteca mental". ¿Será que nos hemos olvidado de cultivar nuestro activo más valioso? ¡El cerebro! No por negocios, no por quedar bien, no porque toca, sino por placer, por curiosidad.

No sabemos ni la mitad que nuestros padres sobre manufactura, mecánica, textiles y confección. Muchos no sabemos cambiar llantas ni arreglar un aparato en casa. Otros no saben hacer un dobladillo o pegar un botón, ¡ni cocinar! Y sin conocimientos, ¿cómo vamos a mantener una escala sana de valor y precio? ¿Será por eso que pagamos tanto por todo y no nos damos cuenta? ¿No tenemos criterio para discernir? ¿Será que la inflación está ligada a la ignorancia generacional?

Y si me preguntas a mí, mi consejo es: menos universidades, más curiosidad. Más viajes, más interés. Revisa la parte de adentro de tus prendas de vestir, aprende sobre telas, texturas y costuras. Interésate por el vino que bebes: ¿de dónde viene? ¿Qué cepa es? Cuando comas, trata de analizar los sabores, huele los aliños en los mercados. Lo que sea que te apasione y te guste, ¡estúdialo! Y, especialmente, ¡habla con tus padres! ¡Con tus abuelos! Valora primero la experiencia y la sabiduría generacional. No podemos ser una generación sin cultura y superinflacionaria; ese es el camino real hacia la pobreza, económica y social.

Back to blog